Admitámoslo. De la mano del marketing, Halloween ha terminado por superponerse, como una capa nueva de pintura de importación, sobre nuestras ofrendas de flores, lloros, limpieza de lápidas olvidadas el resto del año, Monte de las Ánimas de Bécquer y demás rituales y folclore tradicionales, sean religiosos o paganos, del día de Todos los Santos. Ahora campan también por la noche de ánimas los zombies, momias, Frankenstein, ministros varios, hombres y mujeres lobo, vampiros y murciélagos. Muchos murciélagos.
Bueno, pues aparte de las repercusiones que esto conlleva para la fiesta y la diversión de unos y los intereses de los departamentos de ventas de las grandes superficies comerciales, los productores de calabazas y hasta el pequeño bazar chino, podríamos importar también otra de las menos conocidas, y más altruistas, derivaciones de Halloween: aprovecharlo para favorecer a nuestros pequeños, beneficiosos y amenazados murciélagos.
Organizaciones como el británico Bat Conservation Trust, por ejemplo, aprovechan tanto despliegue de vampiros y murciélagos para llamar la atención del público sobre la situación y necesidades de conservación de este grupo de mamíferos voladores, los más activos y voraces insecticidas biológicos. Y, además, animan a participar en su conservación, bien apoyando a asociaciones y campañas en su defensa, o bien de una forma más práctica: construyendo e instalando un refugio para murciélagos nosotros mismos.
No es difícil. Desempolvando el pequeño y olvidado equipo de bricolaje que compramos siguiendo el último programa televisivo de moda sobre el tema, y con la ayuda del siguiente plano, un cuñado (opcional) y un tablón de madera, en un rato podemos tener hecho nuestro primer refugio. Y si nos animamos pueden ser muchos más. Por supuesto, si somos poco mañosos con las herramientas (seguramente el cuñado) o no nos apetece liarnos con ello, también podemos conseguir refugios para murciélagos en un comercio especializado.
A continuación hay que colgarlo/s (el refugio, no al cuñado) en una pared de la fachada de casa o del bloque de pisos, en un muro, unas ruinas o un árbol. Teniendo en cuenta que sea un lugar tranquilo, que quede a suficiente altura para estar a salvo de gatos y curiosos (incluido el cartero, que, misteriosamente, puede empeñarse en llenarlo de correspondencia…), y que no le dé directamente el sol.
Por supuesto, si no te apetece construir el refugio, puedes conseguir una amplia variedad de modelos en un comercio especializado. Incluso un kit con las piezas ya cortadas y preparadas para montarlo fácilmente tú mismo/a con unos cuantos tornillos.
Con esta pequeña acción contribuiremos a aumentar la constelación de refugios que los murciélagos suelen usar de forma itinerante, en función de la climatología diaria y las particulares condiciones de temperatura y humedad de cada escondite, y que son vitales para mantener la buena salud de sus poblaciones, especialmente cuando se acerca el tiempo frío.
Como veis, convertirse en casero de algunos murciélagos está al alcance de cualquiera. Son unos vecinos entrañables, no cotillean lo que hacemos y además nos libran de un sinfín de molestos insectos.
MÁS SOBRE MURCIÉLAGOS EN:
Murciélagos. Introducción a las especies ibéricas. La pequeña guía de campo que hicimos Pau Oliver (ilustraciones) y yo, de donde están tomadas las imágenes que acompañan este artículo.
El dilema de Spallanzani y otras curiosas historias de murciélagos. Apasionante libro de Roberto Hermida, un biólogo especialista en murciélagos, que cuenta sus experiencias y muchas otras curiosidades sobre estos animales de una forma novelada y muy entretenida.
Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Murciélagos (SECEMU). La institución de referencia en nuestro ámbito.
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